“En una región con normas sociales profundamente conservadoras, las discusiones sobre sexualidad son consideradas tabú. Los roles y expectativas tradicionales de género limitan la apertura a la ESI, dificultando el tratamiento de temas como la anticoncepción o la orientación sexual [...] un programa eficaz de ESI tendría que abordar los debates con sensibilidad hacia los valores culturales. Las estrategias deberían incluir la participación de líderes o personas influyentes de la comunidad para que respalden la importancia de la educación sexual, enmarcando el contenido de forma que se ajuste a los valores culturales y haciendo hincapié en los aspectos de salud y bienestar“ - Shenelle, 24, St Lucia
En América Latina y el Caribe, la mayoría de las personas jóvenes carecen de acceso a una Educación Sexual Integral (ESI) de calidad, lo que les priva de los conocimientos, habilidades, actitudes y valores esenciales para tomar decisiones informadas. Esta realidad de las juventudes, les impide acceder a las herramientas y conocimientos necesarios para disfrutar de su derecho a la Salud Sexual y Reproductiva, el bienestar y la dignidad, además obstaculiza su capacidad para fomentar relaciones respetuosas.
Claudia Helena Castro Nieto es una joven colombiana de 19 años e integrante de la Red Regional de Jóvenes de IPPF y de Profamilia. Como mujer joven latinoamericana, su experiencia es emblemática. Claudia, reflexionando sobre sus años escolares, revela que "cuando las personas estudiantes planteaban cuestiones como la menstruación o preguntas sobre embarazos, los profesores guardaban silencio. Las relaciones sexuales sólo se abordaban en el siguiente servicio religioso, pero se trataban como un pecado".
En su noveno año de bachillerato, como parte del trabajo comunitario en el colegio, Claudia comenzó a trabajar con Profamilia, lo que le trajo sentimientos de incomodidad.”El primer día de formación me sentí incómoda, ya que no era “normal” que se hablara abiertamente de sexualidad, dado que en mi casa y colegio era un tabú.”
Claudia a medida que pasaba el tiempo y al profundizar en su formación, se sintió más cómoda hablando y participando. Lo que le permitió cambiar su percepción, entendiendo por primera vez que existía algo llamado "Educación Sexual Integral" y que era fundamental en la vida de todas las personas. "Me enamoré del trabajo porque en la escuela no sólo iba a estudiar, sino también a ayudar a mis compañeros con la información que había recibido". Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y Claudia se sumergía en el trabajo de Profamilia relacionado con la ESI, también aprendió que "aunque se haga un gran trabajo en la impartición de la ESI, hay barreras ideológicas y de financiación que dificultan el acceso."